Por José Luis Jáquez Balderrama
Ante las graves amenazas de
la “charlatanería” en América Latina, pero particularmente en México, obliga a todos
los profesionistas a no aparatarnos de los principios eticos, pero también la exigencia
a las autoridades ( gubernamentales, legisladores y jueces) así como a los
medios de comunicación, académicos, intelectuales, organizaciones de la
sociedad a proteger y cumplir con los valores.
Los nuevos tiempos globales
nos exige estar más y mejor preparados e informados, pero también nos ponen en
alerta sobre los peligros que tiene encima la comunidad científica que dañan
fuertemente la relación institución-medio-sociedad.
Asimismo promover en la
sociedad civil el llamado “Quinto Poder”
es decir el poder ciudadano (
bien organizado y sin tintes
partidistas) y respaldado en las llamadas redes sociales. Esto esta cambiando
al mundo, sobre todo en la solución de problemas agudos, como la intolerancia,
la antidemocracia, la impunidad y la
corrupción.
Ante esto debemos
contestarnos: ¿ para qué sirven los principios éticos? ¿en verdad contribuyen a
la formación de mejores profesionistas y mejores educadores ? ¿ataca la
deshonestidad? ¿ ayuda la deontología a todas las profesiones ? ¿qué gana con esto la sociedad?.
La ética, desde el punto de
vista etimológico, es una ciencia que estudia el ethos, es decir, algo característico de las costumbres o de los
modos habituales de actuar, y por fin, de la propia naturaleza o capacidad
natural del hombre para comportarse de una u otra manera con un fin
determinado. El sentido del término latino se encuentra precisamente en la
explicación de la palabra ethos, que
en latín es mos (costumbre) de donde deriva el término moral con el mismo
significado de ética. Con otras palabras, la ética estudia la actitud humana
acostumbrada o simplemente, los actos humanos racionales y espirituales.
Es importante precisar
sobre la palabra actitud, tratado de manera clara por Luka Brajnovic en su Deontología
Periodística que dice: ” la ética se
encarga de estudiar los actos humanos (no los del hombre) en el estricto
sentido de la palabra, es decir como una práctica que como una especulación
teórica.”[i]
La ética pues, es una
ciencia –filosófica- práctica, pero también teórica, normativa, que descubre y
fija normas, consejos y advertencias para que el hombre viva bien.
En cuanto a su
ramificación, se divide en Ética General y Ética Especial. La primera estudia
leyes, normas y hechos generales de la actitud moral del ser humano; la
segunda, estudia la actitud en diversas circunstancias en las que el hombre se
encuentra como ser social. Ante esto, la Deontología pertenece a la ética
especial.
La persona señala
Brajnovic: “cualquier que sea su grado de cultura y de civilización, posee un
sentido ético o moral, este sentido está estrechamente ligado a los actos
volitivos, sobre todo al calificarlos como buenos o malos. Esta facultad nata
se perfecciona poco a poco a lo largo de su ejercicio practico, lo que se le llama
criterio moral del hombre.”
Cuando se tiene un sentido
estético –sobre lo bello- y noético –sobre la verdad- es completamente distinto
de tener la capacidad de explicar, argumentar o justificar la belleza y la
verdad. Lo mismo sucede con el sentido ético. Todos los seres humanos lo
tienen, ya que existe una diferencia entre el bien y el mal, entre los actos
honestos y deshonestos. Y así como existe la belleza independientemente de
nuestra opinión y existe la verdad aunque no la conozcamos, así también existe
la diferencia entre el bien y el mal reconociéndola nosotros o no.
En fin, dicha diferencia
entre el bien y el mal, existe antes de que podamos juzgar en que consiste y en
qué se fundamenta; y además existe antes que sepamos juzgarla o comprenderla
lógica y teóricamente.
Obrar como debe y decidir
lo que éticamente es bueno, es el deber fundamental del hombre. Este deber, es
preciso señalarlo a los comunicadores, no disminuye su libertad, sino que la
hace ejercer.
Los hombres se relacionan
con el bien y el mal según sus actos morales. Esto significa que para la
diferenciación ética hay que tomar en cuenta la misma persona humana como una
integridad individual. La medida para definir estos actos es la razón, es decir
la naturaleza racional del hombre. Por ello, un acto es honesto si concuerda
con la recta razón y con el bien común.
Aquiles
Mélendez en su Ética Periodística escrita en
1962 señala que la calumnia, la mentira, el
atentado contra la buena fama, un ejemplo escandaloso, la corrupción, el homicidio,
la dádiva por hablar o escribir “ bien” sobre personaje deshonesto, el
homicidio, etc.,” son delitos morales, porque son contrarios a la sana razón.
El ejercicio de una
profesión no se limita únicamente al oficio como tal –con sus correspondientes
deberes éticos- sino también a la conciencia moral del hombre, a los actos,
juicios y derechos inalienables de la persona, sean o no reconocidos por las
normas jurídicas vigentes. Ante esto, la deontología o moral profesional, se
puede definir como una parte especializada de la ética porque considera el
aspecto moral del hombre ejerciendo su profesión. Esta parte de la ética se
fija especialmente en el contenido y en la honradez de las actividades
profesionales y en los deberes de los que desempeñan las actividades y
trabajos, como lo son los periodistas, científicos, académicos; comprometiendo
así la misma profesión.
La deontología es una parte
especializada de la ética general –como ya se dijo- pero no una parcela
totalmente delimitada que pueda estudiarse que estudiarse sin tener en cuenta
la visión conjunta de la moral natural.
Precisando, la moralidad,
el honor, la honestidad, el deber, la responsabilidad social y la obligación de
conciencia referidos al ejercicio de una profesión, se denomina Deontología o
Ética profesional.
La necesidad de un protocolo
La deontología se refiere
primordial y fundamentalmente a los deberes específicos del profesional, que se
resumen en el siguiente protocolo, propuesto por Luka Brajnovic:
- La lealtad a la profesión elegida,
delimitada por sus actividades propias, contribuyendo a su prestigio y buena
fama.
- La preparación adecuada – estudio,
aprendizaje, capacitación especifica-
- El ejercicio competente y honesto de la
profesión, teniendo presente en todos los casos la dignidad humana.
- La realización de las prestaciones
resultantes de este trabajo, a favor del bien común y al servicio de la
sociedad.
- El constante perfeccionamiento del propio
saber profesional, sin considerarlo jamás como algo limitado, totalmente
alcanzado o superado, sino como un punto de partida.
- La exigencia justa de obtener no sólo
prestigio profesional, sino también los medios materiales –económicos- para una
vida digna.
- La lealtad al dictamen verdadero, razonado y
reflexionado, de su propia conciencia, a pesar de las posibles circunstancias
contrarias o contradictorias.
- El derecho moral de permanecer en la
profesión elegida, ya que el constante cambio de actividades y ocupaciones de
diversa índole sé opuesto a la estabilidad profesional.
- El esfuerzo constante de servir a los demás,
conservando plenamente, al mismo tiempo, su libertad personal.
En estos diez puntos, se
encuentran los aspectos éticos de cualquier profesional en relación en su
profesión.
El desafío es claro, el comunicador
y todas las profesiones del mañana deberán estar entre nuestros ciudadanos más
educados y responsables. Cada uno en este contexto deberá aprender a leer,
escuchar, observar, escribir -con ética e inteligencia- para asumir el
liderazgo y la tarea social que la profesión le exige.
Divulgación de la Ciencia
Maestro: Martín Bonfil
Alumno. José Luis Jáquez/ UACH